martes, 25 de octubre de 2011

Sentir Orgullo

Dar para no recibir nada a cambio,
esa es la premisa de el don de sentir la necesidad de ayudar a otros.
Se puede ayudar de muchas maneras,
pero el fin sigue siendo el mismo.
Orgulloso de uno mismo se debería sentir cuando logra y ve en los ojos de la otra persona
esa satisfacción, ese sentimiento de agradecimiento, de lealtad, de comprensión, de alivio.
Y ver en su rostro esa alegría, aunque el dolor le aceche y la mirada parezca perdida.
Dar lo que uno tiene para ofrecer, no tiene precio.
Recibir la gratitud muchísimo menos.
Por eso quien es capaz de dar algo por los demás, es capaz de comprender
lo que se siente al sentirse generoso, al sentirse remunerado sentimentalmente.
Y a la vez sentir ese orgullo de uno mismo por dentro de saber que lo que estas haciendo
es lo correcto, es lo necesario, es lo que uno sabe además hacer.
Ese creo que es el máximo orgullo, poder aplicar lo poco o mucho que uno sabe
en intentar calmar a alguien, en darle una mínima esperanza y verle sonreir por un instante,
o que te agarre de la mano y te agradezca con sus propias palabras,
Eso si que no tiene precio...
Eso no.