Ochenta años de sabiduría, de existencia, de impotencia,
de tristezas y alegrías…
ochenta años de
vida.
Cuanto se aprende en el correr de la misma, cuanta
riqueza, historias vividas.
Mi satisfacción al ver sus ojos brillar de felicidad
cuando simplemente
uno les da atención, parte de su tiempo, respeto y alegría
por un momento de la vida, ese entusiasmo los lleva a
olvidar
todo ese padecimiento que tienen adentro, ochenta años de
vida.
Esa mochila que cada día pesa más, sabiendo que pronto
terminará,
Esa es la mochila más pesada, el saber que algún día todo
se acaba.
Es hermoso ayudar a quien necesita tanto amor y tan fácil
que es dárselos.
Solo hay que sentirlo, observar sus miradas y saber que
con poco o nada
podes lograr una enorme sonrisa en su cara, en medio de
tanta resignación,
de tanto miedo al dolor y sobretodo a la resignación.
Las cosas mas simples como la humildad, compartir un
mate, una charla,
quedarse escuchando sus historias, sus ochenta años de
vida. No se compara con nada
Te llena el alma, te enriquece, y lo mejor de todo esto
es como te pagan,
con sumo agradecimiento, con amor y enseñanza. Y von la
satisfacción nuestra
de hacerles pasar aun que sea un momento, ese sentimiento
de aburrimiento
mezclado con la rutina de sus años añejos y la devolución
simple como una sonrisa
que te llega al corazón, verlos feliz es mi máximo
objetivo.
Aunque a veces nos toque escuchar muchas quejas, frases e
historias repetidas,
otras veces nos echan, nos gritan y nos ignoran,
nos toque hablarles sin saber jamás si te entienden,
porque están entre el borde de la vida y la muerte.
Nos toque verlos caer y levantar mil veces,
esos días que quieren morir y las lagrimas inundan su
cara,
su voz estremecida te susurra “esto ya no es vida”
y siempre hay algo que uno puedo aportar: hablarles de
sus gustos,
inventarles historias donde puedan sentirse
identificados,
jugarles un juego, llevarles dulces, hacerles mimos,
abrazarlos y darles un beso.
El adulto mayor no es un niño gigante.
El adulto mayor es un ser especial que vivió toda la vida,
que debe ser un ejemplo para nosotros, porque tiene la
máxima experiencia
de la cual podemos sacar siempre una enseñanza de cada
uno de ellos.
El adulto mayor con sus ochenta años de vida, no es un
ser inferior e inofensivo,
al contrario es superior en todo, porque lo vivió todo,
lo superó, lo luchó, lo peleó…
Y si sigue estando aquí es porque supo enfrentarse
siempre a los obstáculos de la vida,
disfrutando cada cosa, momento y persona que se le cruzo
en el camino.
Entonces ochenta años de vida, es un ejemplo y hacemos lo
máximo posible
para hacerles entender lo importantes y únicos que son.
Sintiéndose uno identificado en cada uno con un pedazo de
ellos, con un pedazo de su historia, donde nos remontamos a nuestros recuerdos
de niños y los abuelos
Y vemos en cada uno de ellos una parte de estos.
“El adulto mayor, por experiencia de vida
tiene todas las herramientas para ser feliz,
solo que si le falta amor, el motor de su corazón,
no se animan a usarlas por miedo a estar solos,
A terminar solos…
hasta el momento en que partan ”
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